martes, 19 de enero de 2016

Timón cansado


Hoy el viejo timón entona una canción. El viento le acompaña. Es la misma que ayer, y que antes de ayer. Las olas se agitan con bravura y golpean una y otra vez contra el casco, de forma muy parecida a como  sucedió a ayer, y antes de ayer.

 
La canción dice así:

 

Llevo cuatro velas a babor

y dos a estribor,

Mares bravos, mares calmados,

Todos los he cruzado,

Avanzo con el viento

Voy cortando el mar

 

Qué le ocurre al viejo barco

Que está cansado de navegar

 

Navegando a más de cien brazas

Atrás he dejado

Tifones y huracanes,

piratas y damas,

Delfines que saltan

Y ballenas que cantan
 

Qué le ocurre al viejo barco

Que está cansado de navegar

Timón y Capitán juntos han visto el Mar de Esmeralda, las sirenas que adormecían a los marineros, estrellas fugaces en noches transparentes, tempestades terribles de olas gigantes, ballenas cantarinas, polizones osados y princesas enamoradas.

 

Mas ahora en Timón el roble se tiñe de ocre y su corazón de bronce se ha oxidado. Y Las manos que sujetan el timón  llevan impresos los años, y los vientos.

“No nos cansamos del mar, nos cansamos de navegar” –Le dice el Capitán.

 
 
La madera cruje, parece protestar. Capitán comprende. No más aventuras, no más viajes. Vamos a recordar.

 

Una noche a la luz de la lumbre ambos vuelven la vista a tras y recuerdan días pasados. Somos viejos ya- dicen- es hora de dejar de navegar. Deciden partir al día siguiente en busca de un puerto donde descansar.

 

Al día siguiente, Capitán deja que Timón lleve él solo el barco mientras el azul cobalto que veloz corta la proa y el viento frío y salado golpea su rostro.

 

Un faro a la vista y Un puerto tranquilo. Al fin.

 

Al fin….

 

¿Por qué si es lo que ambos desean sienten tal pesar?

 

Capitán y Timón se miran y sin pronunciar palabra el viejo cascarón pasa de largo el puerto de los Recién llegados a la mar, donde los nuevos y relucientes navíos sonríen ante su futuro y su juventud. Aún no tienen historia  y les queda mucho mar. Timón les sonríe cómplice, Capitán alza su mano.

 

¡Adiós! Dicen ambos.

 
 

La madera cruje pero el alma se mantiene. Y las manos recias vuelven a sujetar el timón virando rumbo un nuevo horizonte. De nuevo un viaje. Un último largo viaje donde nada está escrito todavía.

 

La última vez que los vieron encaraban el viento, y la proa cortaba el mar con ansia como antaño.

 

Seguramente os preguntaréis hacia dónde partían.

 

Algunos dicen que iban a reunirse con los barcos perdidos, en el Mar de Casandra, y que buscaron un puerto donde nadie hubiera llegado antes. Pero la verdad es que nunca se supo dónde fueron. Su destino fue, únicamente, el mar.

 

Simplemente, los vieron desaparecer en aquella línea donde el cielo se funde con el mar.        

 

Y dicen que cuando uno mira fijamente ese horizonte en las noches estrelladas antes de que la Polar alcanza su cenit, el viento y las olas entonan de nuevo esta canción.

 

Llevo cuatro velas a babor

y dos a estribor,

Mares bravos, mares calmados,

Todos los he cruzado,

Avanzo con el viento

Voy cortando el mar

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