Hola, soy un pollito
de peluche y esta es mi casa. Los otros peluches que están en la cesta son mis
amigos: Josefo el cerdo, Anatolia la
jirafa, Benito el gato, Crispita la tortuga, Antontao el perro, Bolita el extraterrestre
y, mi mejor amigo, Crispín el oso.
Julia es nuestra
dueña: ella nos cuida y juega con nosotros.
Todos lo pasamos muy
bien juntos, pero hace algún tiempo las cosas eran diferentes…
Cuando salíamos de
la cesta para jugar, yo siempre me caía al suelo: como habréis observado, tengo
la cabeza muy grande y me pesaba tanto que andaba dos pasitos y…cataclás!!! Al
suelo el pollito.
Los demás se lo
pasaban muy bien viendo como yo me caía…
-Venga, Cabezón, que
casi lo consigues!!
-Miraaaa!!!! Estoy
manteniendo el equilibrio…lalalllalaa!!!
-
Jaaajjajajajajajajaja!!!
-Ooooh! Me caigo!!!
PLAS!!
-Eh! Cabezón, déjalo
ya. Tendrás que vernos jugar desde la cesta, como siempre.
-Juguemos a ver
quien corre más rápido, vale?
-Vale, vale!!!
Así que siempre me
tenía que quedar sentadito, mientras los demás se escondían y corrían a toda
velocidad por la habitación.
Un día se fueron
todos al bosque y me dejaron solo. Aunque yo era gracioso, como era tan lento
mis amiguitos no me podía esperar. Hasta Crispita podía derrapar tomando las
curvas.
-Tú, quédate
guardando la cestita, vale?
_Eso, jajajajaja!
Y todo por ser un
pollito cabezón.
Cuando Julia entró
en la habitación y me vio tan triste le conté lo que pasaba:
_Nadie me quiere
porque soy un cabezón!
-Bueno, pues vamos a
ver qué podemos hacer…
-Crees que podré
caminar y correr como los demás?
-Quizás puedas
llegar a hacer mucho más que eso, verás.
-Cómo?
-Pues muy fácil: con
tus alitas!
Y entonces, empecé a
hacer ejercicio todo el tiempo para hacer más fuertes mis alitas: saltaba a la
comba, hacía flexiones…no paraba y los demás pensaban que me había vuelto loco:
-Mirad al Cabezón,
está tonto…para qué querrá saltar tanto!
Pero yo me hacía día
a día más fuerte.
-Qué haces Cabezón?
-Me estoy entrenando
para ser el supercabezón.
Julia no me dejaba
descansar: por la mañana a levantarse temprano y saltar todo el rato, hasta que
un día…
ME SUBÏ YO SOLITO A
UNA RAMA!!
Luego ya no paré de
volar todo el tiempo, y nadie se volvió a reír de mí. Era el primero en las
carreras, en el escondite y nadie más podía alcanzar las ramitas de los
árboles.
Pero ahora el que se
quedaba el último en los juegos era Crispín, mi amigo el oso, así que un día le
dije:
-Crispín, me he
inventado un juego muy divertido, quieres venir a verlo?
-Yo ya no soy tan
rápido como tú, ahora puedes jugar con los pajaritos de verdad, y no con un oso
de trapo como yo…
-Pues a mi no me
importa y prefiero jugar contigo, somos amigos no?
Y entonces, con las
cuerdecitas que utilizaba para saltar a la comba atadas a mis alitas, me llevé
volando a Crispín por el bosque y fue tan divertido que ahora todos quieren
probarlo!!
Y así fue como me
convertí en el supercabezón. Y ESTE CUENTO SE ACABÓ!!!